La
alcaldesa de Lima, Susana Villarán, confirmó que viajó el 25 de octubre a Nueva
York conociendo del operativo a realizarse ese mismo día en La Parada.
¿Puede
su “emergencia familiar” ser más importante? Es una decisión subjetiva y muy
personal. No obstante, muchos trabajamos diariamente a pesar de los problemas
familiares. Cualquiera cumple con su trabajo, más si se tiene la obligación de
representar a los ciudadanos.
La
impresión general a estas alturas, de otra parte, es que la ineptitud de la
gestión de Villarán es increíble. En el caso de La Parada, las acciones
ejecutadas, el planeamiento del operativo, el momento escogido y la
coordinación con los comerciantes, todo ha sido un completo fracaso.
La
alcaldesa puso el encargo de solucionar el problema de La Parada en manos de
Ricardo Giesecke, el mismo ex ministro del Ambiente echado del gobierno por su
incompetencia y el desmanejo que provocó en Conga. Hoy, la situación de La
Parada desemboca nuevamente en muertos y heridos.
¿Era
el señor Giesecke la persona indicada para encargarse de un tema tan complejo y
de consecuencias tan importantes en el comercio mayorista, en los precios de los
alimentos y en el empleo de tanta gente, como implica el traslado del mercado
mayorista de Lima?. Si no era el mejor profesional, ¿era quizás el mejor amigo?
La
importancia de un mercado mayorista en la economía de una ciudad es más que
significativa. Es el lugar donde se encuentran la oferta y demanda, en el que
se forman los precios que influirán en la vida diaria de millones de familias,
con un efecto masivo en una gama de asuntos que van desde la canasta básica
familiar hasta la proyección de las decisiones sobre la producción agropecuaria
del país. No es un juego esta situación. El mercado mayorista es el centro
nervioso de la economía.
Más
aun si se considera que la mudanza en este caso no es solo de un lugar de
mercado a otro, sino de un tipo de mercado a otro.
Actualmente,
la demanda de los supermercados modernos de Lima no regula directamente los
precios del comercio de los alimentos en La Parada. Pero los haría
eventualmente en Santa Anita desde que, según se tiene entendido, los
supermercados han adquirido espacios propios y estarían por competir con los
mayoristas de La Parada una vez mudados al nuevo mercado.
Estamos,
pues, ante una típica situación de resistencia a la competencia económica de
mercado. Por un lado, los comerciantes que históricamente han definido los
precios. Por otro, el poder económico de los supermercados.
Si
superponemos a esta pugna económica una acción de fuerza policial, de un lado,
y de otro la existencia de una vasta delincuencia marginal por años enquistada
en los mercados, tenemos un problema volátil con alta probabilidad de
desembocar en violencia a gran escala.
El
contraste entre el desastre provocado por la gestión Villarán y el éxito del
alcalde Alberto Andrade, que todos recuerdan, en el ordenamiento del comercio
ambulatorio del Centro de Lima no puede ser más clamoroso. La Alcaldesa y su
amigo han demostrado, por lo menos, una ineptitud extrema al exponer a la
ciudadanía a una situación de violencia previsible que desembocó en el caos, la
pérdida de dos vidas, un centenar de heridos, en la imagen de ese policía
derribado arrastrado inconsciente por la turba y la de ese pobre animal de la
Policía montada sacudiendo su extremidad ya muerta y que tuvo que ser
sacrificado. Pero la Alcaldesa estaba en Nueva York atendiendo problemas
familiares.
Publicado en el Diario EXPRESO el 29 de octubre de 2012
Publicado en el Diario EXPRESO el 29 de octubre de 2012
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