viernes, 26 de octubre de 2012

Autora inMediata



La alcaldesa de Lima, Susana Villarán, confirmó que viajó el 25 de octubre a Nueva York conociendo del operativo a realizarse ese mismo día en La Parada.
¿Puede su “emergencia familiar” ser más importante? Es una decisión subjetiva y muy personal. No obstante, muchos trabajamos diariamente a pesar de los problemas familiares. Cualquiera cumple con su trabajo, más si se tiene la obligación de representar a los ciudadanos.
La impresión general a estas alturas, de otra parte, es que la ineptitud de la gestión de Villarán es increíble. En el caso de La Parada, las acciones ejecutadas, el planeamiento del operativo, el momento escogido y la coordinación con los comerciantes, todo ha sido un completo fracaso.
La alcaldesa puso el encargo de solucionar el problema de La Parada en manos de Ricardo Giesecke, el mismo ex ministro del Ambiente echado del gobierno por su incompetencia y el desmanejo que provocó en Conga. Hoy, la situación de La Parada desemboca nuevamente en muertos y heridos.
¿Era el señor Giesecke la persona indicada para encargarse de un tema tan complejo y de consecuencias tan importantes en el comercio mayorista, en los precios de los alimentos y en el empleo de tanta gente, como implica el traslado del mercado mayorista de Lima?. Si no era el mejor profesional, ¿era quizás el mejor amigo?
La importancia de un mercado mayorista en la economía de una ciudad es más que significativa. Es el lugar donde se encuentran la oferta y demanda, en el que se forman los precios que influirán en la vida diaria de millones de familias, con un efecto masivo en una gama de asuntos que van desde la canasta básica familiar hasta la proyección de las decisiones sobre la producción agropecuaria del país. No es un juego esta situación. El mercado mayorista es el centro nervioso de la economía.
Más aun si se considera que la mudanza en este caso no es solo de un lugar de mercado a otro, sino de un tipo de mercado a otro.
Actualmente, la demanda de los supermercados modernos de Lima no regula directamente los precios del comercio de los alimentos en La Parada. Pero los haría eventualmente en Santa Anita desde que, según se tiene entendido, los supermercados han adquirido espacios propios y estarían por competir con los mayoristas de La Parada una vez mudados al nuevo mercado.  
Estamos, pues, ante una típica situación de resistencia a la competencia económica de mercado. Por un lado, los comerciantes que históricamente han definido los precios. Por otro, el poder económico de los supermercados.
Si superponemos a esta pugna económica una acción de fuerza policial, de un lado, y de otro la existencia de una vasta delincuencia marginal por años enquistada en los mercados, tenemos un problema volátil con alta probabilidad de desembocar en violencia a gran escala.
El contraste entre el desastre provocado por la gestión Villarán y el éxito del alcalde Alberto Andrade, que todos recuerdan, en el ordenamiento del comercio ambulatorio del Centro de Lima no puede ser más clamoroso. La Alcaldesa y su amigo han demostrado, por lo menos, una ineptitud extrema al exponer a la ciudadanía a una situación de violencia previsible que desembocó en el caos, la pérdida de dos vidas, un centenar de heridos, en la imagen de ese policía derribado arrastrado inconsciente por la turba y la de ese pobre animal de la Policía montada sacudiendo su extremidad ya muerta y que tuvo que ser sacrificado. Pero la Alcaldesa estaba en Nueva York atendiendo problemas familiares.

Publicado en el Diario EXPRESO el 29 de octubre de 2012

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