jueves, 20 de marzo de 2014

Ni homofóbico, ni pro gay


¿Queda alguien por ahí que no sea homofóbico ni gay? Tal vez somos muchos los que estamos aburridos de una agenda absurda, que no aporta nada a la solución de los problemas. 

Una agenda mediática tiene el propósito de insertar una discusión en nuestros hogares y centros de trabajo, entre posiciones homofóbicas y pro homosexuales radicales. 

Los llamados homofóbicos pretenden encarnar una superioridad moral. Pero llevan a extremos algunos valores con lo que llegan a situaciones absurdas, como calificar de pro gay el uso del signo “@” para referirse al género. La arroba no tiene sexo. 

De otro lado, la intolerancia de los pro gay extremos, que a veces parece querer abolir la diferencia de género cuando lo que existe son hombres y mujeres, y llevar al extremo el ejercicio público de las legítimas libertades individuales al límite (el provocador beso entre homosexuales en la puerta de la catedral), esto erosiona con frecuencia su activismo y sus luchas reivindicativas. 

Respeto el trabajo de los movimientos religiosos al acercarse a familias vulnerables para brindarles asistencia espiritual. Y, al mismo tiempo me divierten mucho las fiestas gay entretenidas y pletóricas de personajes fascinantes. Ambos pareceres no son excluyentes. Rechazo, en cambio, en ambos casos el extremismo de las mismas y me opongo a ser denominado homofóbico o pro gay. 

Nadie quiere tocar este tema abiertamente, es muy delicado, un error o mala interpretación puede tener como consecuencia problemas amicales, laborales e incluso familiares, es hora de enfrentar las cosas.

Aun debe quedar alguien por ahí que, como yo, no sea ni una ni otra cosa.

Publicado en el Diario EXPRESO el 23 de marzo de 2014