Cuando era adolescente tenía esa
ambición desmedida de entender el mundo a través de melodías densas y ropa
oscura, con un soundtrack constante, la canción “Jumping someone else´s train” (The
Cure).
Entonces imaginaba la vida como una telaraña de rieles de tren e innumerables vagones en movimiento. Vagones de diversos diseños, algunos grandes otros pequeños, ruidosos, silenciosos, algunos con muchas personas, otros vacíos, trenes de jóvenes y adultos, ricos y pobres, con personas tristes y alegres.
Entonces imaginaba la vida como una telaraña de rieles de tren e innumerables vagones en movimiento. Vagones de diversos diseños, algunos grandes otros pequeños, ruidosos, silenciosos, algunos con muchas personas, otros vacíos, trenes de jóvenes y adultos, ricos y pobres, con personas tristes y alegres.
Si observaba en perspectiva los
rieles, desde la visión de un ángel, los carriles se entrelazaban como un tejido complejo y sin
forma, incluso los imaginaba como una analogía de venas cargadas de trenes que
representaban fluidos de sangre, recorriendo una maraña de vías.
La vida es así de compleja, y
nuestra decisión nos permite saltar de tren en tren, sin importar el momento
ni la velocidad, irrumpir y ser irrumpidos, en base a nuestras decisiones nos
quedamos en el lugar que nos acomode mejor. Todos buscan el mejor vagón, aquel
más confortable, una vez en él, hacen lo posible por apropiárselo y mantenerse,
¿Acaso la felicidad busca finalmente el encierro?, craso error, afuera lo
vagones siguen circulando y se renuevan, aparecen más, en mi caso trato de seguir saltando, asimilando cada experiencia, cada salto, cada polizonte, disfrutando esa sensación de conocer mundos nuevos.
Las melodías van teniendo
diferentes matices, el tiempo te hace disfrutar todos ellos, aquí la versión
original de The Cure, y una versión melódica de hoy, con sentimiento
propio.