Hace una semana se realizó una gran captura por parte nuestra
Policía Nacional, se intervino a dos prontuariados delincuentes, lo que
ocasionó una balacera en el distrito de San Miguel, mientras nuestros efectivos
de la Policía utilizaban sus armas de Ley, los delincuentes utilizaron “armas
de guerra”, la diferencia logística entre nuestra policía y la delincuencia se
hace cada vez mayor, arriesgando a nuestros efectivos y a la población.
Aunque parezca increíble esta situación no causa ningún tipo de sorpresa
en el Gobierno, debido a que los
delincuentes han sido liberados por los jueces del Poder Judicial, si, así como lo lee, esta situación digna de Tijuana o Medellín en
su peor momento es terrible, es una derrota en nuestra lucha contra la inseguridad.
El hecho de que los jueces liberen delincuentes que incluso han
herido policías, es un acto deliberado, y obedece sin duda a presiones de
grupos delincuenciales o a corrupción generalizada.
El sistema de justicia es nuestro problema, el Ministerio Público
y el Poder Judicial están infectados, como siempre lo ha sido a lo largo de
nuestra historia, estas instituciones son el problema y el gobierno es incapaz
de brindar una solución integral.
Estamos condenados a vivir en un mundo inseguro, con el permanente temor
a que nuestra familia sea herida o asesinada, hasta que llegue nuevamente como la
historia lo demuestra, algún gobierno autoritario o dictadura militar en el
peor de los casos, con los pantalones para afrontar el problema de forma
pragmática.
La historia se repite, el derecho, sus representantes y quienes
administran justicia tienen al país de rodillas, debido a su codicia, mas por
corrupción que por ineficiencia.
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